Los sulfatos son las sales del ácido sulfúrico (H2SO4). Contienen un átomo de azufre enlazado por cuatro átomos de oxígeno. Es decir que contienen el anión SO42-. Dependiendo del catión al cual se encuentre enlazado obtendremos toda una amplia variedad de sulfatos.

Los sulfatos se encuentran de manera natural en numerosos minerales (barita, epsomita, tiza, etc.). Debido a esto y a su elevada solubilidad se encuentran en aguas naturales. El origen de los sulfatos se debe fundamentalmente a los procesos de disolución de las tizas, existentes en el terreno, en el agua subterránea.

Estas sales, junto con los nitratos de metales, son las más utilizadas. Su amplio uso en la industria se debe a varias razones:

1. La mayoría son solubles en agua por lo que son fuentes de cationes metálicos (exceptuando el sulfato de bario y plomo).
2. El ion sulfato no es ni oxidante ni reductor lo que no iniciará reacciones redox siendo por lo tanto muy estable.
3. Son térmicamente estables. Se descomponen a temperaturas muy elevadas por lo que generalmente se puede trabajar sin impedimentos térmicos.

Se utilizan en la industria química (fertilizantes, pesticidas, colorantes, jabón, papel, vidrio, fármacos, etc.); como agentes de sedimentación (sulfato de aluminio) o para controlar las algas (sulfato de cobre) en las redes de agua y, por último, como aditivos en los alimentos.